sábado, 1 de septiembre de 2007

Ier. Congreso Argentino-Latinoamericano de Derechos human

Ier. Congreso Argentino-Latinoamericano de Derechos humanos
Rosario, 11, 12 y 13 de abril de 2006
Niñez, Juventud y Derechos humanos
Ponencia: El valor de la participación en la prevención del sida: la apuesta a un lazo social más saludable
Autores: Mastriacovo, Mariel; Pacífico, Flavia; Savid, Daiana; Stechina, Diego; Villafranca Virginia

Para comenzar este trabajo el grupo que lo presenta se hizo una pregunta: ¿Por qué hablar de sexualidad en un congreso de derechos humanos?
Aquí asumimos como punto de partida que las sociedades modernas cuentan con la democracia como herramienta para efectivizar sus posiciones ético-valorativas y constituir un lazo social. De esta manera el acceso a la salud, a la educación… cobran estatuto de derecho, con su correlato de obligaciones, por ser prioridades sociales dignificantes para todos los miembros. Así, la garantía de la realización de estos derechos, se le encarga por una parte al estado, quien la instrumenta mediante las instituciones públicas y por la otra a cada miembro de la sociedad quien debería poder asumir un ejercicio activo de estos derechos.
Tomando como guía para la exposición a Foucault tenemos presente que hay una relación inherente entre sexo y poder. Empezamos por recordar que el poder no se ubica en un foco único, sino que las relaciones de fuerza se producen a cada instante y en todos los puntos de una red. Así, el poder, está en todas partes; no es que lo englobe todo, sino que viene de todas partes. Resumidamente podemos citar al autor: el poder en lo que tiene de permanente, de autoreproductor, no es más que el efecto de conjunto que se dibuja a partir de todas esas movilidades, el encadenamiento que se apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas. No es entonces una institución, tampoco una potencia de la que algunos están dotados: es el nombre de una situación estratégica en una sociedad.
A partir del siglo XVII el poder se juega en relación con la vida en dos formas principales.
1. Por un lado, formando nuestro cuerpo como máquina: en su educación, en la búsqueda de aumentar sus aptitudes, de extraer sus fuerzas, hacerlo más útil y más dócil, integrándolo en los sistemas de control eficaces y económicos.
2. Por otro lado, tomando como blanco el cuerpo-especie, el cuerpo pensado desde sus procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos, la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar.
Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolla la organización del poder sobre la vida. Esta tecnología de doble faz caracteriza un poder cuya más alta función no es ya matar sino invadir la vida enteramente. El lugar que ocupa la sexualidad en este doble interés de controlar la vida es altamente fecundo. Intervenir en el ejercicio de la sexualidad permite concretar aspiraciones o intereses en relación con lo que le corresponde ser a cada individuo como tal, y lo que le corresponde hacer a cada individuo como parte de un grupo.
Nos preguntamos ¿qué es la sexualidad entendida como fenómeno social y ligada a un ejercicio de poder? Retomamos la teorización aquí también de Foucault cuando aclara que la noción de sexo permite agrupar en una unidad artificial elementos anatómicos, funciones biológicas, conductas, sensaciones. De esta manera, la idea de sexo, permite esquivar, disimular lo que hace el poder. El sexo es el elemento más especulativo, más ideal y también mas interior de un dispositivo por el que se organiza el apoderamiento de los cuerpos, su maternidad, sus energías, sus fuerzas, sus sensaciones y sus placeres.
Diversas instituciones como son: la familia, la escuela, la policía, la medicina, participan de la administración de los cuerpos; operan como factores de segregación y jerarquización social, garantizan relaciones de dominación y efectos de hegemonía, invaden el cuerpo viviente, su valoración y su gestión. Quienes integramos esta sociedad aprendemos a ser una especie viviente en un mundo viviente, a tener un cuerpo, probabilidades de vida, salud individual o colectiva, fuerzas que es posible modificar y un espacio donde repartirlas de manera óptima. Aprendemos a vivir en una sociedad normalizadora, sosteniendo y reproduciendo sus códigos en mayor o menor medida.
Junto a los imperativos normalizantes, ubicamos una fantasía que organiza en la actualidad el ideal de hombre y mujer: ser perfectos, completos. Por medio de mercancías se pretende llenar, corregir desprolijidades, optimizar la satisfacción de necesidades. En último término, la fantasía de completud persigue el no necesitar al otro para estar feliz, para realizarse. Pareciera ser que a la plenitud, a la satisfacción de las necesidades se accede por medio de objetos: zapatillas, maquillajes, parejas, ídolos de la música o del deporte, etc… Paralelamente, por esta misma vía se niegan también los límites que el propio cuerpo humano impone. Así entonces no sólo negamos que el ser humano desde que tiene historia necesita de otros para vivir y ser “humano” -sin por eso aspirar a ser perfectos- sino que también negamos, no reconocemos, los riesgos a los que quedamos expuestos. La idea según la cual “a mi no me va a tocar” responde, desde nuestro punto de vista, tanto a prejuicios respecto de quiénes sí y quienes no contraen el virus como a esta vorágine de ser perfecto.
Resumiendo, el ejercicio de poder realizado por empresas, grupos económicos, medidas políticas, organizaciones civiles, las escuelas, las familias y nosotros mismos, legitima ciertos modos de ejercer la sexualidad o ser un ser sexuado en la sociedad en que vivimos. Desde el contacto que tenemos con otros jóvenes de distintas edades, en escuelas de diferentes barrios de la ciudad, distintos gustos y pensamientos es que sostenemos que adolescentes y jóvenes hoy estamos profundamente influidos por una lógica de relación con los otros en la que quedamos posicionados más como objetos que como sujetos. Frases como: … son las minas las que quedan embarazadas; a mi pareja no le gusta usar preservativo, no me cuido porque tengo pareja estable, estuve con pocas personas, cómo me voy a contagiar… cobran un sentido socialmente legitimado en consonancia con: … Gerardo que necesita un movistar; Nike, just do it (simplemente hazlo); todo lo que pueda arreglar hoy lo dejaré para mañana (Babasónicos); Personal, es tu forma de comunicarte.
Nosotros nos preguntamos: ¿por qué para hablar de la sexualidad y los adolescentes hay que hablar de los discursos imperantes y los efectos de poder? ¿Por qué apostamos al trabajo con los adolescentes?
En primer lugar entonces, tomamos como punto de partida que no hay ser humano que “se haga a sí mismo” hay una necesidad inherente al ser humano para crecer de tomar a otro por referente. En la niñez dichas figuras “ejemplares” a las cuales uno aspira a parecerse son los padres, en la adolescencia esto cambia. En el salto que todos debemos dar en pos de asumir un lugar en la sociedad adulta el discurso del mercado y la sexualidad normalizada son ineludibles para todos los adolescentes, muchas veces aparecen como el imperativo para crecer. En el trabajo con chicas y chicos de entre 12 y 15 da la sensación al escucharlos que la asunción de la sexualidad adulta es por la vía de la imitación, el ejemplo a seguir son los ídolos de la música, del deporte, los famosos. ¿es este el único camino para ser adultos?¿es saludable?
Respondiendo al porqué de apostar a los adolescentes, nos impulsa a realizar nuestro trabajo es la convicción de que no son los adolescentes “cosas sin formas” que habría que moldear, esto sería un trabajo igual de normalizador y moralizante que el que aparece muchas veces en nuestra cultura escolar.
Cuando en las escuelas se llega a trabajar el tema de la educación sexual –que ya es todo un avance- es muy común que se asuma como presupuesto institucional que de antemano se sabe qué es lo que el alumno tendría que saber y hacer en cuanto al ejercicio de su sexualidad. Se opta muchas veces por una transmisión de contenidos y una apuesta al adoctrinamiento de las conductas. Sabemos que abordar temáticas que comprometen tantos aspectos de la vida: la ética, los prejuicios, las ignorancias, los miedos, y sobre los cuales la sociedad argentina parece aún no definirse, por ejemplo el aborto o la repartición de preservativos, no es algo fácil de lograr en las escuelas de nuestro país. Parece que educar sobre sexualidad, sida, HIV es delegado casi completamente en manos de algunos pocos referentes por escuela, generalmente maestras de ciencias naturales que con mucho esfuerzo instalan el tema en el aula y no muchas veces logran un trabajo en equipo y sostenido.
Muchas veces la incorporación de estos temas en la currícula aparece como “molestia” u “obstáculo” para los docentes, quienes ya son depositarios de muchas responsabilidades sociales. Nosotros asumimos que las escuelas de hoy, que tienen a su cargo la formación de las nuevas generaciones, deben hacer lugar a que la palabra circule y que se dialogue sobre sexualidad. No hay posibilidad de hacer prevención de sida en las escuelas, como tampoco hay posibilidad de que la sexualidad sea ejercida de manera más saludable si no ponemos sobre la mesa los miedos, las responsabilidades, los prejuicios y las dudas que a todos nos surgen en cuanto a esto.
Cada generación de adolescentes viene a poner por delante y hace vivir valores que son verdaderamente los del ser humano: generosidad, libertad, fraternidad. Cuando los adolescentes se aferran de una idea, por ejemplo, son de una generosidad de la cual ningún otro grupo es capaz. Trabajar con adolescentes, entre adolescentes, cobra sentido por la coyuntura única en la que están: se encuentran frente a las demandas de la sociedad: elegir la carrera, salir solos, iniciarse en la vida de pareja, comenzar a tener relaciones, les es requerido que tejan sus propias redes y sean responsables por ellas. Es el momento justo para construir las herramientas que nos prevengan de exponernos por demás.
La apuesta del Grupo de Jóvenes es a la participación porque es la vía para
pensar juntos cómo relacionarnos, cómo cuidarnos y vivir una sexualidad tan placentera como responsable. La prevención no consiste entonces en repetir “hay que usar preservativo” o “cuidate” sino a hacer que las responsabilidades sean compartidas, asumidas por todos, sea en el uso del preservativo como en otras situaciones de la vida cotidiana. Nosotros trabajamos por una prevención en salud que apunte al reconocimiento del otro como un igual y no como alguien ajeno, o como un objeto. Desde nuestro lugar, reivindicar y trabajar para que todos y todas podamos asumir un ejercicio de nuestra sexualidad en el que nos realicemos y nos cuidemos es trabajar en la reivindicación de los derechos humanos.



Referencias Bibliográficas
• Historia de la sexualidad La voluntad de saber, M. Foucault, Siglo XXI, 1986
• Defender la sociedad, M. foucault, Fondo de Cultura Económica, 2000
• El complejo de la langosta Palabras para adolescentes, F. Dolto, Paidos Bs. As. 1987
• El sublime objeto de la ideología, S. Zizek, Siglo XXI, 2005
• Análisis del informe de la OMS “Invertir en salud” , C. Laurell, 2006
• Estrategias educativas en prevención de la salud, A. Stolkiner, Rev. Inst. Investigaciones educativas, 1993
• SIDA, un gran descubridor social.”Los desafíos de la educación en la tarea preventiva, Mónica Evangelisti, Ponencia en V Congreso de DDHH de Esquel, Septiembre 2006
• Hablemos del sida en la escuela, Ministerio de Educación,Ciencia y Tecnología, Educ.ar y Fundación Huésped, 2005
• Salud, sexualidad y Sida, Actualización para el debate con los docentes, Coordinación Sida, Secretaria de Salud, Secretaria Educación Gob. Ciudad autónoma de Buenos Aires, 2003
• Derechos Humanos y Sida, guía para promotores comunitarios, Fundación Huésped y Embajada Real de los Países Bajos, 2004